domingo, 13 de mayo de 2007

PONENCIA de la Fundación Escribir no Muerde (Palmira)

DEL SUEÑO DE SER EDITADO, A LA REALIDAD DE CONVERTIRSE EN AUTO-EDITOR.

La intención que me acompaña al realizar esta reflexión, es compartirles la experiencia que he tenido escribiendo, publicando y poniendo en circulación libros propios y de otros autores, por esa razón empezaré por contarles los mitos que se fueron derrumbando a medida que conocía y realizaba mis hallazgos en este mundo vertiginoso, que lleva algo de la mente de una persona, hasta el papel, para transformarlo en libro e iniciar un apasionante recorrido cuyo rumbo es un misterio.
Voy a plantear seis puntos, a realizar algunas propuestas y a concluir con un prólogo, para ser fiel a mi práctica cotidiana basada en la critica, la reflexión y la acción, como posibilidad para hacer realidad la máxima de mi maestro León Octavio, creador de Villa Maga: “Si no has encontrado lo que buscas, invéntalo”.
Pido disculpas por realizar este documento pensando de manera especial en la gente joven que se inicia en este oficio y espero que las personas cuya edad no sea tan breve, a través su espíritu rebelde y soñador, puedan encontrar algo provechoso en estas especulaciones.

1. ¿Quién habla?
Considero pertinente compartirles que soy autodidacta, no ostento título distinto al de: Aprendiz caminante en el planeta Tierra. Y que en mi adolescencia fui atleta, yo no era virtuoso, no era lo que se llama un deportista natural, yo fui un deportista hecho a través del trabajo constante y de allí una de mis virtudes que destaco con humildad pero sin modestia; la disciplina. Eso me enseñó el deporte y al llevarla a mis lecturas y a mis escritos, esa disciplina ha sido uno de los elementos más importantes para hacer realidad mis más hermosos sueños.
No sé que tan buena, regular, mala o perversa sea mi obra, pero algo le encontrarán de interesante, ameno o divertido, las diez mil personas que han adquirido los diferentes tirajes de cada uno de los trece títulos que he publicado a lo largo de mis diecisiete años de andar por estos caminos de palabras, tintas, papeles, imprentas, guillotinas y aventuras, donde la constancia, insisto, es mi logro más preciado y algo que generosamente se me ha reconocido en mi región.
Quise empezar así, pensando en las nuevas generaciones, en la gente joven que está aquí presente y a quienes quiero dejarles un mensaje claro y certero, con disciplina y constancia, es muy probable que hagamos realidad nuestros más hermosos sueños, y si publicar un libro es uno de ellos, no descansen hasta hacerlo realidad.

2. El negocio de los libros
Dicen, no sé si sea cierto, que en Colombia el único escritor que puede vivir de la venta de sus libros es Gabriel García Márquez, el resto tienen que cuadrar sus ingresos con actividades complementarias, como hacer talleres, dictar conferencias, charlas, escribir columnas en diarios y revistas o emplearse en la docencia…entre otras.
Un muy buen ejemplo de esta práctica, es nuestro poeta Jota Mario, quién puso su ingenio al servicio de la publicidad y así logró ascender socialmente y como él mismo lo dice, cada que necesitaba un aumento de sueldo, escribía un libro, se ganaba un concurso importante y se iba para donde su jefe con el nuevo libro autografiado, entonces, el aumento era inmediato, generoso y garantizado.
Aclaro que me fascina que Jota, viva como a él le da la gana, es decir, como un príncipe, pues “cada quien merece lo que sueña”.
Todo lo anterior es un mensaje claro, muchachas y muchachos, con las excepciones maravillosas que toda regla tiene, de publicar libros no se puede vivir, pero sí es posible que gracias a ellos se construyan lugares que permitan una negociación digna, con la sociedad de consumo en la cual hemos decidido vivir, hasta que tomemos una decisión radical y construyamos otro estilo de vida y otra sociedad o comunidades diferentes, donde la noble acción de escribir e ir a leerle poesías o cuentos a una colectividad, garanticen la existencia meritoria de quien lee y la alegría y el crecimiento de quienes escuchan.


3. ¿Qué hacer para ser publicado por una gran editorial?
Aquí me voy a dar cierta licencia y a utilizar un tono burlón para describir algunas de las situaciones que parecen absurdas, pero que son totalmente reales y posibles en nuestra realidad macondiana.
Para ser publicado por una gran editorial hay varias opciones, entre otras cito las más comunes:
• Ganarse un concurso nacional o internacional de cierto renombre.
• Enviar materiales a cuanto concurso convoquen y quedar de finalista, pues las editoriales tienen gente que está pendiente de aquellos trabajos que no ganan, pero que muestran la constancia del autor, alguna calidad literaria y sobre todo, posibilidades comerciales.
• Escribir y mandar a las editoriales novelas con los temas que estén de moda. Recordemos que lo que más se venden son las novelas, luego los cuentos, los ensayos y el negocio menos bueno es la poesía.
Lo peor que puede pasar es que pierda la plata del envío, pero recibirá una carta muy amable donde le dirán: “lo sentimos mucho, su obra no se ajusta a nuestros criterios editoriales”
• Ser amigo o novio de la hija de un editor, tomarse unos tragos, llenarse de valor, decirle al suegro que usted escribe y retarlo a que le lea sus borradores.
Esta es una buena opción, aunque corre el riesgo de quedarse sin novia, pero vale la pena si su meta es llegar a ser best seller.
• Ser hijo o familiar de alguien del medio, eso ayuda mucho si usted tiene vocación de lagarto y no le interesa ser independiente y construir su propio cuento. Si le gusta “chupar rueda”, aproveche sus apellidos, escriba lo mejor que pueda, logre la recomendación del pariente y tenga la certeza de que algo le publicarán. Aunque sea en la sección de los clasificados, pero por algo hay que empezar.
Aunque no quiero poner en duda las capacidades de nadie y como “hijo de tigre sale pintado e hijo de chucha rabi pelado”, hagamos un breve recorrido por los periódicos y revistas de actualidad nacional y allí encontraremos a los delfines, nadando como en el mar.

Definitivamente los apellidos ayudan y lo malo de la rosca es estar por fuera.
Es bueno aclarar que el más grande defecto de las roscas en nuestro país es que son bien cerradas y excluyentes, por eso me gustan las redes tejidas desde la solidaridad y fundadas con propósitos nobles como el compromiso con la equidad, por eso me fascinan las redes de bibliotecas públicas comunitarias de Cali y el Valle del Cauca, están al servicio de la igualdad, del acceso democrático a los libros, a la información y a la cultura en general.
Sobre los apellidos quiero aclarar, que no soy primo ni pariente, del estirado Santiago, con quien sólo comparto mi segundo apellido, Gamboa, y de don José Eusebio y Miguel Antonio, no sé si soy familiar. Sí tengo parientes poetas en el Valle del Cauca, pero no los conocen por acá.
• Ser estrellita de la farándula nacional, eso si le asegura una publicación notable, con una gran editorial y si no pregúntenle a Isabela, o a Patricia Castañeda, la del “Manual de la tusa” una gran obra literaria que garantiza el crecimiento intelectual.
También le publicaron a Ordóñez, su record Guinnes de chistes, y por eso sigue con su humor destemplado, en un canal nacional.
• Contar con la dosis de suerte, o con un amigo bien especial, que le haga un buen comentario en algún medio importante y es casi seguro que las ventas aumentarán y su nombre, aunque sea, pasará del anonimato al desprestigio y eso en este negocio, es sinónimo de más.
• Existe otro requisito fundamental para ser tenido en cuenta en el mercado editorial en Colombia y es haber nacido o vivir en la capital, pues aquí se concentra lo más significativo de este negocio, además, todo lo que se produce en la provincia debe ser validado en la capital para poder ser tenido en cuenta en un contexto nacional. Nuestro complejo de inferioridad tan bien explicado por William Ospina en “En donde está la franja amarilla” se aplica de manera puntual en este asunto de los libros, es decir, que una persona puede tener una gran obra literaria, e incluso ser muy reconocida en su municipio o departamento, pero hasta que no tenga la bendición de los círculos intelectuales y culturales de la capital, con esa persona y su obra, no pasará absolutamente nada.

Recordemos que no estamos hablando de calidad de literaria, o de riqueza cultural, sino de una serie de requisitos indispensables para que una obra sea tenida en cuenta en un contexto comercial.

Supongamos que alguien clasifica en alguna de estas modalidades o que se inventa otra más efectiva y le publican su libro. La editorial le dará el diez por ciento del valor comercial de su obra cada que las librerías hagan el corte del mes o del semestre, y salvo que haga algún escándalo o se invente un discurso o una pose que venda, como la de Medina, el mancito que sale en pelota en una carátula y que convirtió la operación de su nariz en un evento mediático, por ejemplo, la devolución de sus libros, será el destino final de su obra.
Poner un libro en una librería no es difícil, lo tenaz es que se venda, que circule y que económicamente le retribuya en algo el esfuerzo a su autor, si lo publica por su cuenta y riesgo.
En la papelería Panamericana por un cincuenta por ciento sobre el costo de venta al público, con mucho gusto le reciben su texto y si hacemos cuentas, ese porcentaje es apenas justo para que sea rentable para ellos, recordemos que las papelerías y librerías no son entidades de beneficencia.
Ante la anterior realidad sólo me queda preguntar: ¿Podemos crear opciones de intermediación entre autores y lectores, cuyos costos sean más bajos?



4. Aprender los procesos, utilizar las nuevas tecnologías y buscar cómplices.

Más allá de consideraciones intelectuales o estéticas, para publicar un libro se necesitan: una obra, la corrección, el diseño, la impresión, la encuadernación y los terminados. Todos estos pasos son fáciles de contratar y de conseguir con la más variada oferta de precios, aquí no hay misterio. Las nuevas tecnologías a través de la impresión digital permiten tirajes de cincuenta ejemplares en adelante y a costos razonables y si la persona aprende a manejar ciertos programas, diseñará su libro e incluso lo podrá imprimir en su computador.
Las nuevas tecnologías permiten desarrollar la impresión por demanda, que consiste en hacer la cantidad de ejemplares que el autor va a vender en un determinado tiempo.
Los tirajes litográficos extensos quedan para aquellos textos de gran circulación o para utilizar papeles humildes como el periódico y ofrecer a bajo costo los ejemplares publicados.
Queda por solucionar el cuello de botella de una aventura editorial independiente, la circulación, o el mercadeo y las ventas, como les suene mejor.
Si una persona quiere publicar un libro con el único propósito de satisfacer su ego y de regalárselo a sus amigos y familiares; lo cual es absolutamente valido. Realiza los cincuenta ejemplares, hace su lanzamiento, cumple su sueño, queda feliz y posiblemente nunca vuelva a publicar.
Pero si la intención es otra, por ejemplo, construir nuevos lugares y opciones para que a nuestra juventud no le sigan imponiendo los mismos textos que año tras año no leen, hay que ir a los colegios, a las universidades, a los barrios, a las comunidades, a las bibliotecas públicas, buscar redes, asociaciones, cooperativas…crear un medio para enseñarle a la gente la obra, leer en voz alta, hacer conversatorios, talleres, crear un contexto lúdico o pedagógico, o los dos a la vez y ofrecer la obra como herramienta para ayudar a los niños y a los jóvenes a encariñarse con la lectura.
El trabajo con los maestros y maestras es trascendental, pues estos son los mediadores naturales entre las nuevas generaciones y los libros, de ellos depende en gran medida, que las cosas cambien, que la lectura deje de ser algo obligatorio y los títulos que presuntamente leen los estudiantes, sigan siendo una imposición de las editoriales, arraigadas en los colegios gracias a los regalos hechos al rector, o a la donación de tarros de basura, o de un televisor o como está haciendo ahora en Cali una editorial de muy buen apellido, que lleva cuenteros a los colegios a soltar sus peroratas sin ningún contexto, pero todos quedan contentos porque los presuntos cuenteros y los chisteros están de moda.

En el último estudio realizado por Fedesarrollo, sobre frecuencia de lectura en Colombia nos dicen que en 2000 leíamos 2.6 libros por colombiano y en 2005 sólo 1.6 ¿Qué está pasando? ¿Qué pueden hacer las comunidades educativas? ¿Además de la escuela, en qué otros espacios podemos trabajar para que la gente se encuentre con los libros? ¿Qué aportes podemos hacer los autores para que las personas se hagan amigas de los libros?

5. Hacia la construcción de sistemas o redes de circulación editorial alternativos

Se hace necesario inventarse algo novedoso basado en la solidaridad, en la complicidad, en la simplificación de los procesos para hacerlos menos costosos y donde la motivación no sea sólo el ánimo de lucro, pero tampoco el ejercicio se haga con un ánimo de perdida. Creo que sí es posible lograr un punto de equilibrio donde las nuevas propuestas puedan autofinanciarse y ser económicamente rentables para que sobrevivan.
Creo que en ese orden de ideas este evento es histórico, pues ofrece diversas opciones para poner en contacto a los autores y sus obras con la comunidad en general y explora diversas formas de acceso al libro como el trueque, entre otras.
Creo que se hace necesaria la agremiación y la consolidación de formas organizativas nuevas, que respondan a las necesidades de aquellas personas, instituciones o empresas, que no tienen poder económico para construir grandes mercados, o comunidades lectoras. Por eso creo que debemos concentrarnos en experiencias locales, sistematizarlas y aprender de ellas.
Tomemos como ejemplo la localidad en la que se está realizando este evento y hagamos un inventario de sus centros educativos y culturales, bibliotecas, y otras organizaciones que permitan un acceso directo a la gente y lo más importante, que permitan la construcción de un sistema o red a través de la cual, y de manera muy organizada, los autores independientes y las pequeñas editoriales puedan participar en espacios acordes a sus posibilidades reales y ofrecer sus propuestas pactando unas reglas de juego que garanticen entre otras cosas la seriedad, la continuidad y la pertinencia de las ofertas que se hagan con el propósito de ayudar a formar más lectores. ¿Si lográramos hacer aquí un trabajo continuo, un proceso inicialmente a pequeña escala, qué pasaría?
Existen las vitrinas pedagógicas donde se hacen negocios multimillonarios, pero el acceso a esos espacios requiere de una gran organización y un gran respaldo empresarial, por eso, esos lugares están reservados a las grandes empresas y por esa razón todo vuelve y da la misma vuelta y la democratización de la circulación y del acceso al libro en condiciones de equidad, se convierten en algo muy difícil.
En la Feria Internacional del Libro de Bogotá en 2007, el stand más económico, cuesta más dos millones de pesos, cifra inalcanzable para un autor independiente cuya producción no sea extensa y trabaje con recursos económicos limitados.
Por todo lo anterior, quiero insistir en la mirada hacia lo pequeño, hacia lo local y hacia una red que aglutine voluntades y facilite procesos.
En el Valle del Cauca hemos fundado una Red de Gestores Culturales y uno de los temas que estamos trabajando es ese, ya realizamos una reunión con más de diez escritores y estamos explorando caminos que nos permitan acercarnos a la gente. En igual dirección está apuntando nuestra biblioteca Departamental y ya se está organizando un evento, cuyo propósito central es ofrecer a nuestros autores un espacio para encontrarse con el público y dar a conocer sus obras.
La importancia de la circulación de los autores independientes, entre otras cosas, tiene que ver con la construcción de una nación amplia, incluyente, que tenga múltiples y diversos elementos para responder al ímpetu avasallador de la globalización. ¿Qué futuro nos espera, si al final sólo se tiene acceso a la oferta cultural que la sociedad de consumo regida por la globalización nos imponga?
Y quiero aclarar que no es cuestión de buenos y malos, de grandes y chicos, de multinacionales y de imprentas caseras, es cuestión de responder a retos con ingenio, creatividad y sobre todo optimismo y compromiso social. Es cuestión de jugarnos nuestra permanencia y de asumir la responsabilidad histórica de alzar nuestras voces cuando se pretende imponer un solo canto.
Amigos y amigas, también es cuestión de dignidad, también se trata de nuestro derecho inalienable a continuar izando la bandera hermosa y multicolor de la utopía.


6. Conclusiones e interrogantes finales
Para finalizar quiero plantear algunas conclusiones y espero haber dejado muchos interrogantes en el ambiente, interrogantes que posiblemente nos ayuden a construir colectivamente nuevas rutas en este universo alucinante de palabras.
Creo en la circulación amplia y democrática de los libros, como instrumento para construir inclusión social, pluralismo y libertad de pensamiento. Por esa razón se hace urgente y necesario, fundar y consolidar pequeñas comunidades lectoras y productoras de textos, y redes a través de las cuales los materiales producidos transiten de manera fluida, a costos asequibles y que puedan construir un lugar digno en nuestra sociedad.
Sueño con las comunidades descritas anteriormente, alimentadas por las experiencias de los maestros y las maestras, las historias de los abuelos, los universos alucinantes de los jóvenes y la genialidad de nuestros niños y de nuestras niñas, es decir, sueño con sujetos activos en el proceso de leer y de escribir y no con individuos pasivos a quienes les llegue previamente seleccionado el menú que los hará lectores.
Sueño con el libro, como un ser vivo que nos ayude a encontrarnos con el otro y con nosotros mismos, ya sea porque lo leamos, porque lo escribamos o porque servimos de puentes para que otros seres lleguen a él y accedan a sus contenidos impredecibles.
¿A la luz de los resultados obtenidos por esa práctica equivocada, donde al joven le imponen las obras que presuntamente lo ayudarán a formarse como lector, se justifica mantenerlas? ¿Qué está pasando entre los mediadores y los jóvenes? ¿Qué tanto hemos explorado la producción literaria juvenil, como medio para iniciar a los jóvenes en la lectura y en la escritura?
A lo largo de mi experiencia con jóvenes y con docentes he insistido en una pregunta a la cual no logro encontrarle una respuesta sensata en nuestro país: ¿En la escuela, a nuestros jóvenes los incitan a cumplir con unos deberes para ganar la asignatura de español y literatura? o ¿están intentando iniciarlos como lectores y productores de textos?
Creo en las bibliotecas públicas como espacios pertinentes y sanos para el encuentro entre las personas y los libros, en nuestra experiencia, la Biblioteca Departamental, Jorge Garcés Borrero, nos ha apoyado y abierto muchas puertas para entrar en contacto directo con la gente. Hay que aprovechar las redes municipales y departamentales de bibliotecas para convertirlas en cómplices de procesos alternativos de circulación de libros. Hay que aprovechar las casas de la cultura de los municipios pequeños a donde los autores “consagrados” nunca van a ir y donde hay un gran trabajo por hacer.
Aunque los gobiernos de turno hacen campañas para promover la lectura y en el Valle del Cauca damos fe de esa labor seria y comprometida de la actual administración departamental, a través del trabajo desarrollado por la Biblioteca Jorge Garcés Borrero, que a su vez se nutre también con programas realizados por el gobierno nacional. Creo que estamos obligados a inventarnos cosas nuevas.
Nadie hará por los escritores y editores independientes, aquello que nosotros no seamos capaces de hacer por nosotros mismos. Estamos casi solos, pero somos muchos y muchas, e igualmente estamos rodeados por millones de personas, que gustosas acogerán nuestras propuestas si logramos construirlas de manera coherente, pertinente y seria.



A manera de epílogo
Quiero culminar esta intervención con el siguiente fragmento de un texto de Ana María Machado y abrir el debate que espero sea fecundo y lleno de matices.
“En general, la manera más moderna y sofisticada de censurar literatura –y la más común en nuestros días- no es ya decir NO a algún libro que se desee eliminar, sino decir sí al que se quiere imponer. Pero un Sí repetido centenares o millones de veces, cantado, fotografiado, dibujado o filmado, visto en la televisión y en todos los periódicos, objeto de intensa publicidad que transforma la obra propuesta en obra impuesta y la presenta como algo que todos deben leer, que nadie debe ignorar, que el mundo entero alaba. Con este proceso se impone una unanimidad poderosa que resulta en inhibición de las voces discordantes y en el impedimento de una evaluación crítica, en condiciones de subrayar los aspectos negativos de la obra impuesta, o del mecanismo mismo que la impone.
La nueva censura para ser eficiente y eliminar realmente a todo lo que pueda eventualmente disentir de la gran tendencia del pensamiento único que imponga y verbalice los ideales de la cultura hegemónica, necesita que ciertos autores no sean oídos y que se eliminen esfuerzos individuales de pequeños libreros, pequeñas editoriales y de críticos aislados. Al final, a éstos debemos la difusión de las voces personales, autónomas y frecuentemente discordantes de los artistas creadores, de todos aquellos que no siguen la mayoría, sino que anuncian nuevos senderos, miran a la realidad desde perspectivas distintas, o admiten posibilidades insospechadas.”1

Que la alegría esté siempre presente en vuestras sendas, muchas gracias y hasta un próximo encuentro.

1. Machado Ana María. Asolectura de antología # 1 Colombia, 2002.

Miguel Fernando Caro Gamboa
Director
Fundación Escribir No Muerde

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